Me encanta que me hagáis peticiones, porque así me animáis a elegir temas a contar, producto de mis apasionadas horas de estudio. Gracias, Gema por tu curiosidad…
Hay una enzima clave, imprescindible, en el humano en la producción de eicosanoides. Los eicosanoides son ácidos grasos insaturados que regulan la inflamación de los tejidos corporales, causante de tooooodas las enfermedades. O casi todas.
Esa enzima se llama AGL (ácido gammalinolénico), y la única fuente rica en esta enzima antes de los 6 meses de vida es la leche materna. Parece que se han descubierto vestigios de él en otro único alimento de uso común: la harina de avena, pero con sus contraindicaciones, si se toma a partir de ciertas proporciones. Esto explica por qué los bebés a los que se da el pecho son más sanos y más delgados que los que toman biberón. Tienen una ingesta dietética de AGL más elevada y, por consiguiente, pueden elaborar más precursores de sustancias antiinflamatorias. La leche de vaca o de soja, usada en las fórmulas para bebés, no contienen virtualmente nada de AGL.
Durante los últimos diez años, Nestlé, una gigantesca empresa que encabeza la fabricación y procesamiento de alimentos y fórmulas para la alimentación infantil, ha desarrollado un importante programa de investigación para aislar el AGL e incorporarlo a las fórmulas destinadas a la alimentación de los bebés, con rotundos fracasos.
Por otro lado, la lactancia materna, aporta otra enzima: la xantina oxidoreductasa (XOR), otro misterio de la biología. Es un código antiguo de supervivencia, ante conflictos de hambruna. Se sintetiza en los tejidos protectores (pericardio, meninges…) y nos salvan de problemas de hígado, ácido úrico, falla renal…
También, la leche materna, contiene grandes cantidades de peróxido de hidrógeno (ver libro de «La cura en un minuto», pg.87, en una de las entradas del blogg). El calostro, la primera leche, contiene aún mayores cantidades. Es una razón más, y muy importante, por las que la leche maternal, estimula el sistema inmunológico del bebé y activa los procesos metabólicos.
Además, en lo más sutil, la leche materna de una mujer sana, se encuentran estos microorganismos:
Los microbios que transmite la mamá, sirven para detectar lo más arcaico y sutil de la experiencia humana. Son los sensores biológicos de su necesidad más sutil. También van a conformar un recurso para la gestión emocional. Los niñ@s que amamantaron, regulan mejor sus emociones. Los que no, podrán desarrollarse con miedos y desconfianza en la vida.
En general, los lactobacillus van a definir que un bebé no tenga problemas motores. Por ej., el lactobacillus gasseri, desactiva la epilepsia en el niño (de hecho, se dan nosoles bacterianos de este lactobacillus en niños con crisis convulsivas). Y así, muchos otros refuerzos nos regalan estos microbios.
Cumplidos los seis meses, ya se pueden destetar a los bebés porque en esa edad, ellos son ya capaces de usar el ácido linoleico de la dieta (que abunda en muchos alimentos, como verduras, proteínas y algunos cereales), para fabricar los niveles adecuados de AGL (gracias a que ya está activa la enzima que hace esta transformación).
Siguiendo con el análisis de AGL, la segunda ocasión en que la capacidad del cuerpo para abastecerse de AGL se ve en peligro, se da a partir de los 30 años. Es por eso, que a partir de entonces, empiezan a aparecer enfermedades y trastornos, sobre todo, si hemos abusado del cuerpo (fiesta, alcohol, drogas, medicación, dieta desequilibrada…) hacia la inflamación del tejido, es decir, a llevar al terreno a un ph ácido.
Hay estudios que indican que la capacidad de fabricar eicosanoides a los 65 años, se reduce a un tercio de lo que era a los 25… Muchas de las enfermedades crónicas asociadas con el envejecimiento, como las cardiovasculares, artritis y el cáncer, por ejemplo están fuertemente relacionadas con el desequilibrio de los eicosanoides.
La enfermedad viral y el estrés, también demora la producción de AGL, de modo que el factor más importante y ciertamente, el más controlable, sea la dieta. Os ampliaré información de la dieta de la Zona, en otros artículos.
Al parecer, las personas alcohólicas tienen un defecto genético en la fabricación de AGL, lo que significa que la capacidad para fabricar eicosanoides buenos está comprometida. En ellos, los niveles de AGL en la sangre son, sólo un 50 por ciento de los registrados en individuos normales, posiblemente, porque no se les amamantó en su momento… En estas personas, el alcohol, además, inhibe la reposición normal de este ácido graso esencial, y así se establece un círculo vicioso.
No es el alcoholismo el único trastorno del sistema nervioso central que responde a niveles escasos de AGL. Otro es la depresión. Los eicosanoides buenos controlan la liberación y captación de los neurotransmisores como la serotonina, usado como antidepresivo (la serotonina es lo que hace aumentar el fármaco conocido como Prozac).
Finalmente, existen otros trastornos derivados de niveles bajos de AGL, como el TAE (trastorno afectivo estacional), por falta de melatonina, el desfase horario, trastornos en la reproducción, el dolor crónico, los trastornos de la piel, problemas cardiovasculares, autoinmunes…
Chicas, creo que merece la pena aparcar el trabajo esos mesecillos y regalarle a nuestros nenes lo mejor de nosotras…
Un beso a todas las mamás.
Bibliografía: Dieta para estar en la Zona, de Barry Sears (pgs 157 y sgtes+ 234 y sgtes).